Aunque la ciencia lleva ya varios años demostrando que las oficinas abiertas no son la mejor solución por no ser tan productivas como muchos quieren hacernos creer, lo cierto es que sigue siendo una tendencia bastante extendida en empresas de todo el mundo. Uno de los estudios más ilustrativos es el realizado por varios profesores de la Universidad de Leeds. Según las conclusiones extraídas, es cierto que las oficinas abiertas favorecen un entorno de colaboración y que ayudan a que los trabajadores se sientan parte de un entorno más innovador y creativo, pero también presenta sus inconvenientes. Y es que tienen efectos muy negativos sobre la productividad de los empleados pues aumentan el estrés, dan lugar a más distracciones y reducen el nivel de eficiencia.
También un estudio llevado a cabo recientemente por la Universidad de Cornell concluyó que el ruido al que están expuestos a diario los trabajadores de una oficina abierta hace que estén menos motivados a la hora de realizar sus tareas y que estén más estresados que aquellos profesionales que trabajan en oficinas cerradas. Incluso plantean que este tipo de diseño puede influir muy negativamente en la salud. Al haber más estrés, los niveles de epinefrina se elevan, lo que puede dar lugar a problemas cardiovasculares.
Pero además, cuando las personas están estresadas, se centran solamente en una actividad o tarea, lo que hace que su capacidad en la toma de decisiones y su nivel de flexibilidad para tomar caminos alternativos sean más limitados y que tampoco decidan tomarse un descanso, lo cual sería bueno para desconectar y recuperar fuerzas para seguir con sus tareas.
Por otro lado, como decíamos antes, el ruido reduce el nivel de productividad durante la jornada laboral. Se estima que una pequeña interrupción de menos de 3 segundos da lugar al doble de errores en las tareas que se están llevando a cabo. Y que una interrupción de 4,4 segundos multiplica la cantidad de errores por tres. Interrupciones que no tienen por qué venir de un compañero, sino que pueden deberse a la simple presencia de un móvil sobre la mesa, incluso aunque no se esté usando. Este tipo de cosas hacen que los niveles de atención y concentración se reduzcan considerablemente a la hora de realizar tareas cognitivas complejas.
Algo que corrobora otro estudio publicado por la Universidad de Yonsei, en el que se concluye que aquellos profesionales que están expuestos a una mayor cantidad de distracciones, están menos satisfechos con su entorno de trabajo. Pero también que los empleados que cuentan con libertad para cambiar sus puestos están más satisfechos con su espacio laboral, tienen mejor relación con el grupo y están más contentos con su trabajo.
En estos casos, la solución pasa por hacer algunas modificaciones en la distribución de la oficina, instalando por ejemplo mamparas que separen los lugares en los que trabajan los empleados, pero creando algunas estancias en las que puedan trabajar en equipo para aprovechar las ventajas de los sistemas colaborativos. La cuestión es que hay veces en los que hacer una reforma de oficina para cambiar las cosas no es una opción. En estos casos, pueden crearse salas insonorizadas que puedan usar cuando las necesiten. Y es que la clave está en dar a los empelados la suficiente libertad para elegir dónde y cómo quieren trabajar, ofreciéndoles espacios tanto abiertos como cerrados. De manera que puedan aislarse cuando necesiten momentos de concentración y trabajar en equipo cuando las circunstancias así lo requieran.
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