Es indiscutible que el Covid-19 ha traído consigo cambios de notable calado en el diseño de los espacios de trabajo. Principalmente porque necesitamos espacios que proporcionen a los empleados la seguridad necesaria para evitar riesgos de contagio. Por esta razón, las empresas se están replanteando la opción de cambiar la distribución de sus instalaciones, teniendo en cuenta factores como la distancia entre los trabajadores, los recorridos y las dimensiones de los espacios compartidos.
En este sentido, muchas empresas ya han instalado mamparas protectoras de metacrilato para ofrecer un aislamiento individual a cada empleado. Una solución fácil y rápida de montar que además permite el paso de la luz y la comunicación entre compañeros.
Pero también estamos empezando a ver cambios en la percepción que tenemos de las oficinas y de las nuevas modalidades de trabajo. El impacto psicológico de la pandemia podría transformar por completo la percepción que teníamos hasta el momento del trabajo. Tras la vuelta a la normalidad después del confinamiento, se ha producido un aumento del teletrabajo con respecto a los momentos anteriores a la pandemia. Hay muchas compañías que están facilitando a sus empleados que trabajen desde casa, tanto de forma permanente como ocasional.
Además, tanto las oficinas como los entornos de trabajo tendrán que adaptarse a una nueva realidad en la que de momento primará el distanciamiento. Con lo cual, se reducirá la cantidad de puestos de trabajo en la oficina. Lo ideal es que la densidad sea próxima al 50%.
Y debemos añadir que, en muchos casos, los puestos de trabajo pasarán a ser no territoriales, lo que significa que no están asignados siempre a la misma persona, sino que se irán utilizando en función de las necesidades de cada momento y de la percepción de seguridad de cada persona. Para ello, será necesario establecer unas normas básicas que organicen esta utilización flexible del espacio con el que contamos. A corto plazo será necesario revisar las distribuciones y realizar pequeños cambios espaciales que apoyen y faciliten tanto la higiene como la flexibilidad.
Así pues, esto hará que la oficina sea un espacio cada día más social, un punto de encuentro en el que compartir conocimiento y experiencias. Espacios que favorezcan una cultura más participativa y los procesos de creación e innovación.
Las nuevas oficinas de la era del coronavirus se convertirán en un ecosistema híbrido entre espacios privados y colaborativos. De hecho, la pandemia no ha hecho sino acelerar una tendencia que ya veníamos viendo tiempo atrás, la de espacios que permitan un equilibrio entre la concentración aislada y la colaboración productiva y social, dejando atrás los espacios abiertos y cerrados en términos casi absolutos.
El teletrabajo nos ha enseñado que los espacios personales y privados nos enseñan a concentrarnos mejor pero también que disfrutamos de la relación presencial con nuestros compañeros. Por esta razón, en la era del Covid-19 nuestras dinámicas de trabajo serán más flexibles y las oficinas serán mixtas. Espacios de trabajo abiertos que se combinarán con espacios más o menos cerrados. Disponer de espacios diferenciados nos permite escoger el lugar más apropiado para realizar nuestras tareas en cada momento, de modo que podamos concentrarnos en cada actividad que realicemos y con la privacidad y seguridad que necesitemos.
Si antes de la crisis del coronavirus ya se hablaba de un nuevo paradigma económico surgido en 2008 que demandaba cambios urgentes en la manera en la que las empresas deben concretar sus espacios de trabajo, ahora hemos entrado de lleno en un nuevo escenario económico y empresarial al que debemos dar respuesta con los procesos de transformación organizacional, que pongan en marcha las empresas para mantener y mejorar su posición en el mercado.
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