Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Cornell, la temperatura afecta directamente a la productividad de los trabajadores. De hecho, los empelados tienen un 15% más de posibilidades de cometer errores cuando la temperatura del entorno no es la adecuada. Aquellos lugares de trabajo en los que se llevan a cabo labores de oficina, la temperatura debe mantenerse entre los 17 grados como mínimo y los 27 grados como máximo. Y en aquellos entornos en los que se desarrollan tareas físicas entre los 14 y los 25 grados.
Pero además, una mala temperatura no solamente provoca una disminución de la productividad de los trabajadores, sino que además aumenta la cantidad de bajas por enfermedad, con el gasto que esto conlleva para la empresa. Dolores de garganta, catarros, queratitis, molestias en los ojos, legionelosis y contracturas son sólo algunas de las enfermedades a las que estamos expuestos en la oficina cuando la climatización no es adecuada. De ahí la importancia de elegir un buen equipo de climatización y termostatos para la oficina.
Cuando llega el verano, muchas regiones de España sufren olas de calor que disparan el uso de los aparatos de aire acondicionado. Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), los expertos advierten de la importancia de que los sistemas de climatización cumplan con la normativa vigente y de que un mantenimiento deficiente de los equipos puede dar lugar a una acumulación de gérmenes.
El aire frío de los aparatos de aire acondicionado en sí mismo no suponen un riego para la salud de las personas sanas, sino que son los microbios que se van acumulando en ellos lo que realmente resulta perjudicial. Por ejemplo, la legionelosis es una enfermedad respiratoria muy habitual en los meses de verano debido a las altas temperaturas y al aumento de la humedad ambiental.
Pero además, los cambios bruscos de temperatura entre el calor de la calle y el frío del aire acondicionado en el interior de las oficinas da lugar a multitud de catarros en verano, provocados en la mayor parte de los casos por los virus, gérmenes y bacterias que se encuentran dentro de los aparatos que no han pasado por una revisión adecuada.
Además, son frecuentes los dolores de garganta, causados por la sequedad del ambiente que crean estos equipos. Pero las mucosas de los ojos también se resecan, por lo que aquellas personas que padezcan de secreción lagrimal y ojo seco normalmente, pueden resentirse debido a la evaporación de la lágrima.
La cuestión es que la cosa se agrava cuando la corriente del aire acondicionado punta directamente sobre esas personas, pudiendo dar lugar a una queratitis, una inflamación de la cornea. Por eso, en estos casos es recomendable cambiar la ubicación del puesto de trabajo o redireccionar la rejilla por la que sale el aire.
Por otro lado, cabe destacar que las bajas temperaturas de los aires acondicionados pueden provocar contracturas musculares. Cuando llegamos sudando de la calle y nos ponemos delante del aparato para refrescarnos, nuestros músculos se contraen. La lesión más habitual suele ser la tortícolis, ya que el cuello suele ser una de las zonas más desprotegidas en verano. Se produce cuando la contracción del músculo esternocleidomastoideo se mantiene. Pero los trapecios también pueden verse perjudicados por el frío, lo que suele ser muy frecuente en las mujeres, que llevan más camisetas de tirantes. Por eso, es recomendable cubrirse con alguna prenda fina para evitar que las corrientes de aire apunten directamente a nuestro cuerpo y que la temperatura de los equipos de aire acondicionado sea de entre 23 y 34 grados.
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