Mejorar la iluminación de la oficina para aumentar la productividad
La iluminación es uno de los aspectos más importantes de la oficina. Si es buena, nuestros empleados se sentirán cómodos y serán más productivos. En cambio, si la iluminación de los puestos de trabajo no es la adecuada, no solamente se sentirán cansados, sino que además su eficiencia se verá reducida considerablemente, haciendo que tarden más en completar sus tareas, lo que puede conllevar un alto nivel de estrés y que la calidad de su trabajo sea más baja de lo que debería. Por eso, para evitar todos estos problemas que repercuten muy negativamente en la empresa a nivel global, hoy te traemos algunos consejos sobre la iluminación de la oficina. Pequeños cambios que se traducirán en un gran aumento de la productividad y, por tanto, en un mayor beneficio para la empresa.
Potencia la iluminación natural
Si la oficina tiene suficientes ventanas y está orientada al sol durante el día, no desaproveches este tipo de iluminación. Si no tienes muchas ventanas, lo ideal es instalar más o abrir claraboyas en el techo. Eso sí, recuerda planificar bien la distribución de los puestos de trabajo para que la luz no incida de manera directa, ya que los trabajadores no podrán trabajar si el sol se refleja en sus ordenadores y les da en la cara o si les da directamente en la cara. Además, esto hará que la temperatura se incremente, lo que puede ser muy incómodo en verano.
Colocación de las luces en ángulo oblicuo
Aunque parece lógico que la luz encima de los puestos de trabajo ayudará a que los empleados vean mejor, lo cierto es que esto puede afectar de manera muy negativa. El ángulo de iluminación más óptimo es en forma oblicua. De este modo, el empleado podrá ver perfectamente pero sin sufrir los destellos de los reflejos.
Iluminación artificial de bajo consumo y blanca
¿Sabías que hay determinadas lámparas y bombillas que pueden aumentar la temperatura de la oficina? En los meses de verano, el ambiente puede volverse insoportable. Por eso, te recomendamos que apuestes siempre por bombillas de bajo consumo o fluorescentes. Y, si es posible, siempre luz blanca, ya que este tipo de luz favorece la concentración y, por tanto, la eficiencia de los trabajadores en sus diferentes tareas. Por el contrario, la luz amarilla es calorífica y hace que nos relajemos en exceso, por lo que la productividad pueden verse reducida considerablemente.
Adapta la iluminación a cada espacio
Obviamente, no es el mismo tipo de luz en el que se necesita en la sala de comer que en la sala de reuniones, en los despachos o en los puestos de trabajo. Cada zona y cada momento tiene necesidades lumínicas diferentes. Por eso, antes de realizar cambios en la instalación eléctrica, es muy importante que analices bien el uso que se le da a la luz en cada lugar y valorar cuál sería el nivel de iluminación más óptimo para que se pueda trabajar a gusto. En el mercado existen, actualmente, numerosas opciones y modelos de lámparas que permiten regular la luz en función de las necesidades de la persona y de cada momento. Con lo cual, además de proporcionar la luz necesaria a nuestros trabajadores y en el lugar adecuado, ellos mismos podrán regularla como más les convenga.