El aire que respiramos en el interior de los edificios influye considerablemente en nuestra capacidad para tomar decisiones y pensar, y en nuestros niveles de concentración y productividad. Hace algunas décadas, la necesidad de ahorrar energía llevó a las empresas de Estados Unidos a apostar por edificios más eficientes y herméticos desde el punto de vista energético, disminuyendo así el índice de intercambio entre el aire del interior y del exterior en sus instalaciones.
La cuestión es que, con el tiempo, se ha descubierto que este tipo de oficinas pueden llegar a tener consecuencias muy negativas para la calidad del aire del interior, ya que con ello se reduce la ventilación y aumenta la concentración de agentes contaminantes de exterior, dando lugar a síndromes como el de Edificio Enfermo, a mayores gastos anuales para la empresa y a una importante disminución de la productividad debido a los síntomas de salud relacionados con el ambiente exterior.
A lo largo del día pasamos muchas horas en la oficina de manera continuada. Por eso, es fundamental que las condiciones de habitabilidad sean óptimas para evitar que contraigamos alguna enfermedad que nos obligue a darnos de baja. En este sentido, uno de los elementos más importantes que deben cuidarse es la ventilación de la oficina. Un detalle que muchas veces pasamos por alto pero que puede llegar a suponer grandes riesgos para la salud de los empleados que acuden a ella cada día.
Lo primero que debes saber es que la ventilación es importante tanto en verano como en invierno. La mayor parte de las empresas suelen hacerlo a primera hora de la mañana. El problema es que en algunas oficinas este horario es en el que se produce mayor actividad, por lo que se opta por hacerlo en otro momento del día, sobre todo en invierno, para evitar que los empleados pasen frío. Lo ideal es hacerlo cuando haya menos gente o incluso cuando la oficina esté completamente vacía, especialmente si estamos en invierno.
Además, hay que tener en cuenta también los elementos de entrada y salida del aire, como son las ventanas y las puertas. Y si la empresa cuenta con cocina, también hay que prestar atención a las entradas y salidas de humo. De igual modo, debe cuidarse la ventilación del baño e intentar que cuente con su propia salida y entrada de aire. Si no es así y en el baño no existen ventanas, es importante que cuidemos muy bien este espacio y sus condiciones de higiene.
Afortunadamente, en los últimos años se han producido numerosos avances tecnológicos en los sistemas mecánicos de ventilación, abriendo así la posibilidad de mejorar las tasas de ventilación sin tener que renunciar a una óptima eficiencia energética en el edificio.
Pero además, el uso de materiales con bajas emisiones de COVs, es una práctica habitual en las empresas verdes, ya que reducen la exposición a ellos. Aumentar la entrada de aire del exterior no sólo disminuye las exposición al COVS y al CO2, sino también a otros agentes contaminantes del interior. Eso sí, hay que tener en cuenta que el diseño de oficinas verdes que mejorar la eficiencia de los trabajadores y el uso de energía requieren de la instalación de sistemas de energía eficaces y de buenas prácticas para aprovechar al máximo los beneficios para la salud humana y minimizar el consumo de energía en los entornos de trabajo.
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